La Tóxica(C)

 Qué elocuentes somos cuando hablamos de las chingaderas que nos han hecho, ¿No? Qué precisa nuestra memoria a la hora de revivir cada herida, cada ofensa, cada traición que nos hicieron. Lo fácil que es contar nuestra versión de una historia siniestra, porque nosotrxs seríamos incapaces de pagar con la misma moneda, porque somos la mejor persona en cada una de las situaciones difíciles que vivimos, porque nosotrxs sí recibimos educación y amor y tenemos responsabilidad emocional y...


¿Pero somos conscientes de cuando hemos sido crueles? 


Podría contar con pelos y señales cada una de las historias de mis ex amistades. Podría ennumerar cada una de sus violencias, podría detallar con vividez cómo me sentí, cómo procesé todo, cómo me sobrepuse (si es que lo hice): Soy la víctima perfecta porque yo cuento la historia. Porque yo no hice nada malo, porque yo fui la afectada.

El largo desfile de desilusiones que mis ex amigxs representan son tema habitual en mi blog. En su momento escribí de ello, algunos posts se mantienen, otros los borré por seguridad o por vergüenza. 

¿Pero saben cuántas veces he sido yo la mala amiga, la tóxica, la traidora?



Quizás porque en mi naturaleza introvertida y huraña el hecho de tomarme la energía para ser cruel con alguien que estoy conociendo o al que acabo de conocer me resulta un poco restrictiva esta experiencia de ser mala amiga.

Pero lo he sido. Por omisión, por accidente, y a propósito. He sido mala y grosera, he sido negligente, abandonadora, he sido cruel, he sido desleal, he sido... mezquina. Un verdadero dolor de cabeza, espontáneo y demoledor, pero a nadie le gusta ser el villano de la historia, nadie quiere quedar mal, nadie quiere la carga emocional de lo que aceptar tus errores significa.


Pocas veces he sentido la culpa de lo que ser ojete con quién te quiere significa. Porque, bueno, YO SÍ TENGO CONSCIENCIA, SÍ TENGO SENTIMIENTOS, CORAZÓN. 

Vamos a obviar las veces que me defendí de mis supuestas amistades que realmente resultaron ser depredadores o traidores. De las cosas malas que les hice a ellOS no me arrepiento de nada. Es más, lo volvería a hacer.

 Pero este post no se trata de eso, se trata de reconocer mis errores, mis debilidades, mis traiciones, mis malos tratos. Mis cagadas. 

Todo lo malo que le hice a la gente que me quiere.


El recuerdo más lejano que tengo de un comportamiento así de indigno se remonta al sexto año de la primaria. Era mi segundo año en la escuela, -yo venía de una escuela bien distinta a la de ese momento-, por lo que ya tenía afianzada mi amistad con dos chicas, Angélica y Cecilia. Las dos muy diferentes entre sí, parecía que lo único que las unía era yo. 

Ahora que lo pienso, lo cierto es que mi amistad con ellas no la sentía tan sólida. Sentía que tenía que esforzarme en ser una versión de mí que ellas encontraran agradable -realmente es algo que vengo haciendo desde que tengo consciencia, hasta con mi familia lo hago-. Ese sentimiento de inseguridad siempre me terminaba arrastrando a cosas que no me gustaban, pero aprendí a ser paciente. 

Ese mismo año llegó una niña nueva al grupo, María José. Más o menos de mi altura, de un radiante cabello castaño claro con luces rubias, ojos oscuros y una piel irritada por el acné de la preadolescencia. Era muy linda, a mí me caía bien. Ella era comprensiva, amable, divertida, siempre estaba de buen humor. Ella y yo empatamos bastante bien, pero por alguna razón Angélica y Cecilia jamás mostraron simpatía por ella, lo que terminó por empujarme lejos de Majo. 

Una vez, durante un evento escolar, Angélica, Cecilia y yo estábamos ya en nuestro lugar viendo los bailables y no sé qué más cuando de repente Majo, que salía del baño, nos vio y me saludó desde su lugar. Yo le devolví el saludo, y ella tomó ese gesto como invitación para acercarse. En cuanto Angélica y Cecilia se dieron cuenta, se pusieron de pie, me tomaron del brazo y una dijo:

-Vámonos antes de que llegue-

Pero Majo era ágil, se movía con habilidad entre la marea de niños presentes y pronto dio con nosotras, pero Angélica y Cecilia en vez de quedarse como cualquier persona normal hubiera hecho, me arrastraron, trotando. Majo nos siguió, confundida, y yo sólo podía escuchar las risas de mis amigas mientras veía los ojos grandes y oscuros de Majo llenarse de confusión, de miedo, de tristeza al darse cuenta de que nos escapábamos de ella.


A veces pienso en eso y me siento mal. Ustedes pensarán "bueno, pero eso no fue tu culpa porque te arrastraron y [inserte aquí más excusas]".

Pues sí, pero yo no me porté como una amiga para Majo. Si hubiera sido una buena amiga me habría detenido, me habría quedado con ella. Les habría cuestionado a Angélica y Cecilia su actitud payasa con ella. ¡Majo era lindísima! No daba problemas. ¿Por qué la aborrecían?




He herido a mis amigxs. Les he ofendido con mis bromas crueles. Me he burlado de nuestra diferencia intelectual, de sus habilidades, de sus gustos. He sido arrogante, he cuestionado duramente POR QUÉ cuando ellxs necesitan de mi amistad, de mi confianza. He sido negligente. Les he abandonado, les he negado mi compañía, mi apoyo. Les he dejado en visto, no les he devuelto las llamadas, les he dejado los negocios tirados, he cancelado mis planes con ellxs. Les he asustado, les he vomitado encima, he llorado con la desesperación típica de una niña asustada.

Les he resentido, les he dicho cosas crueles, les he minimizado, les he avergonzado, les he cuestionado.

De ratos pienso en cómo es que he llegado a los treinta años teniendo a tanta gente buena queriendo.... quererme. ¿Qué es lo que ven en mí que podría serles valioso?

¿Por qué alguien querría quererme cuando yo no me quiero a mí misma?





Vi el terror en los ojos de mi amiga Yazmin cuando dentro de su camioneta le conté de mis tendencias autodestructivas. El terror en su voz cuando me pidió prometerle que no iba a atentar contra mi vida.

El entusiasmo de Fany cuando después de tantísimo tiempo me tomé el espacio para dedicarle unas palabras, para saber cómo está, regalarle poquito de mi atención.

El dolor en los ojos de Anel cuando me reí de ella insinuando que era una tonta.

Los mensajes de días que no le he respondido a Daniel.

La vez que le pedí a Ángelo que dejara de buscarme tanto porque me estresaba.

La comprensión de Diian cuando le dije que no podía ser su dama de honor en su próxima boda porque no estaba estable (ni mental ni económicamente)

Los plantones que le hago a Ingrid con nuestras llamadas.


La voz quebrada de Karli cuando dijo que qué bueno que la cortaba por güatsapp porque si lo hubiera hecho de frente no habría podido dejarme ir.




No siempre fui así. Hubo una época en la que era una buena amiga. Quizás por eso ellxs se aferran a mí, por el recuerdo de lo que alguna vez fui, apenas retazos de mi juvenil entusiasmo y mi temprana depresión. 

Encerrada en aquellas cuatro paredes del bar donde intenté quitarme la vida, quiénes me sacaron arrastrando fueron mis amigxs. 

Quiénes me defendieron de esa agresión sexual en octubre, eran mis amigas.

Quiénes ha recibido con total seriedad y confidencialidad mis proyectos creativos, son mis amigxs. Quiénes me han animado a seguir escribiendo, quiénes creen en mí, que siguen hablando de mí entre sus conocidxs, quiénes me conectan para trabajxs, quiénes me escriben en mi cumpleaños, quiénes de repente me mandan memes aunque yo dejo de responder durante meses, son mis amigxs.

Quiénes me rompieron más, quiénes me traicionaron más, han sido mis amigxs.

Pero la amistad es una relación de dos, eso es claro. Amar a alguien inestable es difícil, ya pasé por ahí, ¿Qué hace que no seamos La Tóxica (C)?

Yo creo que las temporadas de una persona son diversas pero si el centro es noble y bueno y valioso, vale la pena acompañarle, porque amar nunca es un gasto, por el contrario, es una ganancia.

Yo he sido amada por muchas personas de muchas maneras, lo mereciera o no. Mis amigxs se han quedado conmigo porque les consta la calidad de amiga que soy, y yo me aferro a eso, agradezco eso, porque allá donde creía que nadie me iba a entender, el mundo, tengo al menos a un puñado de personas que están dispuestas a apostar por mi nombre.




Lo sencillo que ahora la inmediatez del internet nos representa para acabar con nuestras relaciones es distópica y horrorsa, por eso creo urgente el hecho de mantenernxs juntxs, pese a todo, contra todo, por sobre todo.

Y quién no sepa amar así, que se vaya buscando una isla virgen adónde mudarse.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Estoy bien

30 (nunca pensé que llegaría hasta aquí)

the one that got away (o sea "el que se escapó")